Por Fernando Vergara, La Nación
MELBOURNE, Australia.- Es inevitable: en la Argentina, cada vez que se piensa en el fútbol australiano, vienen a la mente recuerdos que conducen a Maradona, Balbo, Aurelio Vidmar, Batistuta, el repechaje, el sufrimiento para conseguir un boleto al Mundial de Estados Unidos 1994. Vaya paradoja: a 23 años de aquel momento ya no parece descabellado que otro país oceánico, esta vez Nueva Zelanda, se cruce en el camino del seleccionado nacional en la búsqueda de clasificar a Rusia 2018. Pero la historia del fútbol australiano dio un giro de 360 grados durante todo este período y su relación con la Argentina tomó otros rumbos.
Más de dos décadas después, su competencia -la A-League, ya profesionalizada desde 2005-, empieza a ser mirada con otros ojos por los futbolistas argentinos que buscan un mercado emergente por el mundo. Y en el próximo campeonato que comenzará en octubre aparecerán tres nombres albicelestes: Marcelo Carrusca, Matías Sánchez y Fernando Brandán. El primero, a punto de comenzar su sexta temporada y con deseos de quedarse a vivir en este país «por mucho tiempo más».
¿Cómo es desempeñarse en un fútbol todavía desconocido en la Argentina? Carrusca caminó hacia a un destino que jamás había imaginado, a una forma de vida totalmente opuesta y con la distancia jugando un papel preponderante. Nunca pasó por su cabeza, tampoco, que sería el argentino que más tiempo permanecería en la liga australiana. Llegó a Adelaide United en 2012, fue campeón y se transformó en una de las estrellas de la A-League.
«Estoy feliz porque todo lo que me pasó fue hermoso. Es un mercado interesante, pasaron varios compatriotas por acá. Allá en nuestro país sabemos muy poco de los australianos y cuando arribás a esta tierra te encontrás con un fútbol difícil, muy físico. No hay muchos espacios y se corre muchísimo», explica el ex volante de Estudiantes de La Plata a LA NACION.
El City Football Group, dueño de los clubes Manchester City, New York City y Yokohama Marinos, también tiene su entidad en Australia: Melbourne City, club al que Carrusca se mudó para la próxima temporada. «A mi edad, con 34 años, formar parte de ese grupo gigante es importante», agrega quien tiene como compañero al mendocino Brandán (27 años).
Antes de viajar a Oceanía, Carrusca se asesoró para tratar de entender con qué se encontraría. «El nivel de vida es increíble, todo es ordenado, seguro, y me hice ciudadano australiano. Me quiero quedar a vivir acá para darle un futuro diferente a mis hijos. Hagas lo que hagas, en Australia tenés oportunidades para crecer», resalta.
A Carrusca, sus destacadas tareas en el Adelaide United le valieron en varias ocasiones ser parte de los 18 elegidos que conforman el A-League All Stars y también ha sido seleccionado como mejor extranjero de la liga. «Acá, el clásico fútbol nuestro está por detrás del rugby y el fútbol australiano en sus consideraciones. Pero hoy las estadísticas aseguran que la mayoría de los niños juegan al fútbol tradicional. Se evolucionó, se está volcando mucha gente: en una final en Adelaida nos fueron a ver 65.000 personas», dice.
En algunos aspectos la A-League tiene puntos similares con la MLS. Aunque, cuentan aquí, todavía permanece a una enorme distancia en cuanto a la inversión económica. No obstante, desde que se profesionalizó arribaron figuras y jugadores de renombre: Romario, Alessandro Del Piero, Emile Heskey, Hakan Sükür, Robbie Fowler, Jardel, Juninho Paulista y Dwight Yorke. En cuanto al tope salarial, existen dos excepciones en las que no se aplica: una es el jugador franquicia (denominado marquee player), mayor de 23 años y sin ninguna limitación en sus haberes, y la otra es el jugador franquicia Sub 23, que puede percibir hasta 150.000 dólares más que el resto. Y si el fútbol tiene aristas de la Premier League, en cuanto a planificaciones comerciales tienen un modelo a seguir: Estados Unidos, por ejemplo, con transmisiones televisivas al estilo show de la NBA.
«En muy poco tiempo crecerá porque está sentando muy buenas bases», cuentan quienes conocen la liga. No obstante, con una estructura más controlada, no desembolsan los montos exhorbitantes que hoy se desprenden en China, el gigante asiático.
Las diferentes competencias se dividen de acuerdo con las estaciones del año: la A-League es una división única, sin ascensos ni descensos, compuesta por diez equipos y se celebra desde agosto hasta abril, coincidiendo con la primavera y verano australes. Al ser pocos equipos todos juegan contra todos a tres vueltas. En invierno se dará paso al Footy, la gran pasión australiana. «Podría decirse que el fútbol australiano fue la respuesta en las antípodas al imparable crecimiento del fútbol y el rugby. Melbourne abanderó en 1858 el nacimiento de un deporte que combinó desde un principio elementos de sus dos enemigos», explica David Ruiz de la Torre en su libro «Fútbol que estás en la tierra».
Es que a los sectores tradicionalistas de Australia no les agrada el soccer. Resulta curioso observar de qué manera calificaban los medios australianos al fútbol hasta hace algunas décadas: «aburrido, misterioso, culturalmente inapropiado, deporte lavador de cerebros, anti integracionista, facilitador de violencia en las tribunas y comunista». Lo cierto es que cada uno de los argentinos que tuvo un paso por Australia no se ahorran elogios, según contaron a LA NACION.
«Me sorprendió con una infraestructura fuera de lo común. Honestamente, esperaba un buen nivel de juego pero superó ampliamente mis expectativas. Es un mercado que copia la escuela inglesa actual de jugar por abajo y salir con la pelota dominada desde el fondo. Y al igual que nosotros son muy competitivos», explica Matías Córdoba, quien jugó en Perth Glory en 2012/2013. «Al jugar la Champions League de Asia el mercado se abrió enormemente y van muchos futbolistas de Sudamérica. Yo aprendí una gran cantidad de cosas y no tengo dudas de que se van a ir sumando más argentinos. Eso a Australia le brinda roce y competencia. Es una liga relativamente nueva que va creciendo con el marketing», explica Patricio Pérez, que llegó a la final del certamen 2010/2011 con Central Coast Mariners. En tanto, Marcos Flores, Jerónimo Morales Neuman, Nicolás Martínez, Jorge Drovandi, Adrián Trinidad, Oscar Cornejo y Nicolás Colazo (recientemente transferido a Gimnasia y Esgrima La Plata) completan la nómina de argentinos con un paso por el profesionalismo australiano.
El último en mudarse fue Matías Sánchez (30 años), de reciente actividad en Temperley. El futbolista campeón de la Copa Libertadores 2009 con Estudiantes se sumó a las filas de Melbourne Victory, el elenco con más títulos (tres). «Es una liga muy física y con buenos jugadores, similar a la MLS. Ahora hay muchos australianos volviendo a su país para estar cerca de su selección pensando en el Mundial», cuenta el volante.
Cosmopolita, efervescente y divertida, una y otra vez Melbourne es galardonada con el título de «mejor ciudad del mundo para vivir». Sánchez decidió trasladarse hasta aquí con su familia, no sin antes averiguar diferentes detalles. «Es una hermosa experiencia de vida y con el equipo desde enero vamos a disputar la Champions de Asia», detalla.
Con la idea de expandir el crecimiento de la A-League, en la cabeza de los directivos australianos está la idea de aumentar de diez a doce los participantes. Más de una docena de ofertas han aparecido sobre la mesa. Australia quiere fútbol. Y hacia allí se posa de vez en cuando la mirada de los argentinos.
Diego Martín Yamus.
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