Qué manera de sufrir. Tremendo. El partido bien pudo ser con goleada incluida pero la realidad fue otra. Las pulsaciones terminaron a mil. Pobres corazones. El Dibu Martínez apeló a sus reflejos, dejando el claro porqué Lionel Scaloni le confió los tres palos del equipo argentino.
Australia iba a los ponchazos en busca del empate. La presión era enorme. Iban siete minutos de los sieste que el referí adicionó. Argentina estaba 2-1 arriba, el Dibu había cometido dos errores de salida, no se lo notaba seguro, sin embargo, en la última jugada los Socceroos lo pusieron a prueba; solitario recibió de espaldas un australiano quien tomó la pelota sacandondo un remate fuerte que, por fortuna, el cuipalos estaba atento y para con un brazo poder pararlo y tirarse con toda su humanidad encima de la pelota.
El abrazo de sus compañeros es elocuente…