Tiempo atrás dimos cuenta de varios jugadores de apellido representativo del ascenso argentino, que jugaron en clubes directamente afiliados a la AFA, lo mismo que decir de Buenos Aires y algún lugar más populoso del interior como Rosario o Córdoba. Pero Argentina tiene 24 provincias, no todo es el área metropolitana como siempre se privilegió muy erróneamente. Hay otros muchos caudillos futboleros de tierra adentro olvidados sólo porque nunca militaron en los llamados “grandes” porteños, y eso que algunos fueron por ejemplo campeones del mundo. En esta nota intentamos darles la trascendencia que verdaderamente merecen.
Córdoba lidera este rubro con en primer lugar el mítico Talleres de los 70 y principios de los 80, que llegó a ser base de la Selección: el arquero Héctor Baley, el zaguero Luis Galván y el talentoso jujeño José Valencia, integrantes del triunfo del 78, mientras el delantero Humberto Bravo fue junto a Diego Maradona y el gran lateral Víctor Bottaniz (Unión de Santa Fe) excluido de esa dorada lista de 22. En la otra vereda, Instituto contó a nada menos que Osvaldo Ardiles y Mario Kempes, cuando aún eran promesas y luego ganadores en todo, aparte de entrenadores de carrera. Racing y Belgrano quizá no pasaron lo mismo con lo internacional, pero cómo olvidar sus perlas: el “Pato” Roberto Gasparini o la “Araña” Luis Amuchástegui, a la postre del River glorioso intercontinental. El celeste mostró a José “la Pepona” Reinaldi, que paseó su calidad por otros de la bella zona serrana. Y dos más que estuvieron en la consideración, aunque no hayan trascendido como sus coterráneos: Luis Ludueña y el goleador Carlos “Chupete” Guerini.
El Norte del país es otra cuna de glorias, más allá de su alta presencia en los excelsos Campeonatos Nacionales. Rodolfo “Puma” Garnica fue tremendo artillero de Juventud Antoniana de Salta, y se destacó igual que José Luñiz, quien no sólo marcó bastante, sino que se animó a hacerle un golazo de chilena a River. Luis Reartez fue un símbolo de Atlético Tucumán en los 80, haciendo goles de penal y de jugada. Y hubo dos que descollaron: Eduardo Bacas, figura del recordado Altos Hornos Zapla de Jujuy luego campeón con Rosario Central en 1980, y el inolvidable Humberto “Coya” Gutiérrez, que tras ser la razón de San Martín de Tucumán vistió la camiseta argentina para ganar los Juegos Sudamericanos de 1986 y los Panamericanos de 1987, aparte del segundo lugar en el Preolímpico de 1988 y parte del Boca de fines de los 80.
Otra urbe importante siempre fue Mendoza, con sus muchos y buenos clubes. Pero hubo un apellido que sobresalió: el cerebral Víctor Legrotaglie, sinónimo de Gimnasia y que su grandeza le dejó el nombre al estadio del blanquinegro. No tanto como el diez igual merecen su recuerdo el defensor Oscar Pralong o el talentoso Roberto Corró. Y qué decir del “Búfalo” Juan Gilberto Funes, hacedor del River conquistador de América en 1986 pero que antes brilló en el “Lobo” y otros mendocinos, aunque era de otra belleza cuyana: San Luis.
Buenos Aires, se sabe, no es sólo el famoso área metropolitana (AMBA) sino que cuenta nada menos que 135 municipios, conocidos como Gran Buenos Aires o Interior. Es que de allí también hubo nombres muy importantes. Mar del Plata sea quizás el más famoso no sólo por sus atracciones turísticas, sino por jugadores como Norberto “Llamarada” Eresuma, tremendo goleador y verdugo de grandes en el San Lorenzo local, lo mismo que Carlos Miori, referente del “santo” y de Kimberley. La cercana Bahía Blanca se hizo notar por el fuerte Olimpo, que entre otros contó con el temible Raúl Schmidt y el lateral Cheiles. Otra nutriente de valores por antonomasia es Santa Fe, por citar dos ejemplos de sus mil a Ramón Centurión en Unión o a nada menos Gabriel Batistuta en Newell’s Old Boys. Y como el Sur existe, la Patagonia estuvo bien presente con el Cipolletti de Río Negro con Alberto Saldico y el gran Huracán de Comodoro Rivadavia, la atractiva ciudad de la provincia de Chubut, donde el mediocampista Marcelino Britapaja fue su emblema.
Seguramente con tanta riqueza que el interior supo alimentar a nuestro fútbol estamos olvidando muchos otros talentos nativos, sin tanta fama, pero igual destacables. Caso el arquero Meaurio (Guaraní Antonio Franco de Misiones), el lateral Roselló (Douglas Haig de Pergamino, Buenos Aires) que jugó sin faltar durante años en el Nacional B; Ariel Ramonda, delantero de Estudiantes de Río Cuarto. Y muchos, muchísimos más. Porque el fútbol argentino no debe ser sólo de unos pocos y de una sola zona. Y Porque vaya si gracias al interior Argentina es grande.
Diego Martín Yamus. diegoperiodista93@gmail.com.