Sin dudas que Boca jugó un excelente partido en Pacaembú y logró la clasificación a los cuartos de final de la Libertadores pero también hubo «cositas» raras.
Boca es inteligente, se plantó bien, marcó un golazo y clasificó, es cierto, no le vamos a quitar méritos a los xeneizes pero tampoco vamos a tapar el sol con un dedo y no reconocer que el árbitro Carlos Amarilla influyó en el partido.
Un penal del lateral Marin, quien desvió el balón con su mano al mejor estilo de un jugador de vóley, luego, a instancias del línea le anuló un gol perfectamente lícito a Romarinho.
@lostribuneros