Una sangrienta guerra civil vive Siria por estos momentos y tras un lustro la pelota se puso en movimiento. Hilo de esperanza para un sufrido pueblo.
Al Ittihad se quedó con el clásico de ciudad al superar por 2-1 al Hurriya, el pasado sábado 28 de enero, lo que abrió las ilusiones de paz en una Alepo desbastada por una guerra que parece no tener fin. La última vez que se jugó al fútbol de manera profesional fue en 2011 desde que rebeldes y el ejército dividieron la ciudad.
Al haber recuperado el gobierno el control de la ciudad por completo, tras una gran ofensiva militar, comenzaron a establecer el orden e intentan normalizar la situación en esta ciudad clave.
El estado del estadio y del campo de juega era el que se esperaba; lleno de «cicatrices» de la guerra, con una cancha con algo de pasto amarillo y unas graderías perforadas por los bombardeos, era el panorama más notorio.
No temiendo una pelea entre hinchas, pero sí temiendo algún atentado, la policía protegió a la multitud que se dio a la cita en el estadio de Alepo.
Colorido, banderas sirias por sobre todo, le dieron un marco de alegría a un partido cuyo resultado poco les importó a todos.
«No tengo palabras para decir cómo se siente volver a jugar (en Alepo) tras cinco años», dijo a la prensa tras el pitazo final el futbolista del Ittihad, Omar Hamidi.
«Mi corazón late muy rápido», indicó presa de la emoción.
Por su lado el jugador Firas Al-Ahmad, del equipo de Hurriya, indicó que estar feliz de volver a casa, ya que el club debió mudarse a la zona costera de Latakia, desde donde viajaron expresamente para jugar este encuentro. «Es nuestro derecho jugar en Alepo», manifestó y luego remató: «queremos dejar bien alto el nombre Alepo».
Fuente: BBC
@lostribuneros