Por mediados de 2011, la selección argentina estaba una vez más en crisis. Tras la caída ante Alemania en el Mundial, la partida del entrenador Diego Maradona y luego, con Sergio Batista, varios marcadores raros formaron un conglomerado difícil de ocultar y de arreglar.
Batista fue reemplazado por su serie de fracasos y Alejandro Sabella asumió. Enseguida viajó con la albiceleste al centro de Asia, donde jugó dos amistosos con Venezuela en India y, muy especial el otro, con Nigeria en ese otro exótico lugar: Bangladesh.
El país de los más de 150 millones de habitantes, sufrido por golpes de estado y pobreza, sin embargo recibió al plantel con euforia. El estadio Nacional de la capital Dhaka, con capacidad para 25.000 personas, quedó chico atal entusiasmo.
La cancha, siendo de una nación tan pobre, casi no estaba en condiciones. Pero Argentina, al comando de Lionel Messi, intentó buen juego y derrotó a las Súper Aguilas 3 a 1, con goles de Gonzalo Higuaín, Di María y Elderson en contra; había descontado Ogbuke-Obasi.
Una pequeña alegría para la nacional fue ese amistoso, porque luego fue a la batalla de las eliminatorias para Brasil 2014. Más allá de eso, Bangladesh se puede golpear el pecho de que tuvo en su hogar al hoy tricampeón del mundo.
Diego Martín Yamus.
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