1997: Uruguay Sub 20 recibido como héroe tras subcampeonato

La década del 90 era para Uruguay sinónimo de fracaso y oscuridad. La selección mayor, tras sus malos trabajos en los Mundiales del 86 y 90, había quedado afuera de Estados Unidos 94, con varios técnicos y muchas polémicas. Peor le iba a las juveniles, como que la siempre animadora Sub 20 había sido suspendida del certamen de Qatar 95 por incidentes tras su derrota con Australia en el anterior, el de 1993. El 1997 era un año necesariamente de refundación, no sólo para la celestita, sino para el fútbol y por qué no, para el pueblo uruguayo.

El conjunto dirigido por Víctor Púa contaba con una buena generación de talentos, encabezada por Nicolás Olivera y Marcelo Zalayeta. Fueron al Sudamericano de Chile a buscar su lugar y lo consiguieron a lo Uruguay, con mucho sufrimiento en la última fecha con un empate sin goles ante Brasil, y mientras la excelsa Argentina de José Pekerman daba cátedra y era campeona. Cuarto, el equipo oriental se metió en el torneo que se jugaría en Malasia, con esperanzas de algo más que otra camada de futbolistas, la de llegar alto como nunca antes; sólo había sido tercero en Japón 79.

En el Grupo A todo era demasiado fácil para los botijas. En Shah Alam, sede principal del campeonato, los locales, Marruecos y Bélgica eran los primeros rivales. En efecto, con goles y solidez la celeste atravesó la ronda: el 17 de junio venció a los débiles belgas 3 a 0 con goles de Inti Podestá y dos de Walter Coelho, el 19 se repuso de una sorpresiva desventaja de los malayos y los superó 3 a 1 (Zalayeta, Masrom en contra y Hernán Rodrigo López) y e 22 cerró con un raro empate sin goles ante los marroquíes, para ganar el grupo y pasar a octavos de final (era el primer Mundial de 24 países), donde el 25 goleó en 41 minutos a Estados Unidos 3-0, con doblete de Zalayeta y uno de Olivera.

El 29, la Francia de unos bisoños David Trezeguet y Nicolas Anelka era el obstáculo. Más cuando el ex Platense abrió el marcador a los 27 minutos. Pero Olivera igualó a los 68 llevando el cuarto de final a los penales, donde Gustavo Munúa le atajó el decisivo a Anelka y el lateral Carlos Díaz marcó el 7-6 que mandaba a los suyos a semifinales por primera vez tras aquella del 79 contra Argentina y Maradona.

Siempre en Shah Alam, el 2 de julio la cita era con el temible y controvertido Ghana, aún con dudas sobre su real edad. Zalayeta y Coelho adelantaron a los de Púa, pero Lawson descontó antes de los 45 minutos y un autogol del central Meloño envió el encuentro al alargue, donde el que hacía el gol de oro ganaba. Y fue el desaparecido Alvaro Perea, del lujoso medio campo celeste, que a los 105 lo consiguió para el 3-2 y una soñada clasificación a la final. Uruguay arribaba a su primera decisión mundial tras aquella gesta del Maracanazo en Brasil en 1950. ¿Y si se repetía?

Pero claro, el 5 de julio en Shah Alam el adversario era justamente la tremenda Argentina de José. Igual la gente se levantó bien temprano ese sábado de invierno para ver a la roja, sí, Uruguay de rojo contra los azules argentinos. Pablo García ejecutó un gran tiro libre a los 15 minutos y venció a Leonardo Franco para abrir el sueño uruguayo. Sin embargo, la gran actuación de Munúa no pudo impedir que Esteban Cambiasso igualara de cabeza y sobre el filo del entretiempo, una gran jugada de Lionel Scaloni terminó en magistral definición de Diego Quintana. Luego, Púa puso todo en ataque (Regueiro, Cartagena, López) pero no pudo con un excelso Juan Román Riquelme y diez más que terminaron alzando la Copa por segunda vez seguida.

La celeste ganó igual. Un segundo puesto en 47 años era mucho para su devaluado fútbol, terminando de vivir de recuerdos y dándole un presente. Como los 14 de esa noche malaya: Munúa; Carlos Díaz, Lembo, Meloño (Cartagena 67′), Pellegrín )Regueiro 79′); Callejas )Hernán López 56′), Pablo García, Perea, Coelho; Olivera y Zalayeta. Olivera se llevó el Balón de Oro al mejor jugador, y eso que aparte de Riquelme, Aimar y Cambiasso había figuras ese certamen. Fue una nueva generación de botijas que luego darían la vuelta al mundo en Europa y la selección mayor, incluso con el mismo Púa en Corea del Sur y Japón 2002. Y el regreso fue apoteótico: la gente recibió a las promesas segundas del mundo como héroes. Como lo que eran y lo que fueron. Porque no siempre se llega a una final del mundo. Vaya si Uruguay lo sabía aquel 1997.

El gran 3-2 a Ghana con gol de oro de Alvaro perea: 

 Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar

@lostribuneros

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