Para el Mundial de España de 1982, la FIFA decidió ampliar la cantidad de países de 16 a 24, dando así un lugar a dos representantes de la rara zona Asia-Oceanía, continente éste que contaba entonces con muy pocos equipos. Uno de ellos era Nueva Zelanda, que junto con Australia eran los dos grandes referentes. El conjunto neozelandés había vivido, como casi toda su vida, a la sombra de los australianos, primeros oceánicos en un Mundial en Alemania 1974. Pero en 1981 la historia gloriosa la escribieron los All Whites.
Aunque Nueva Zelanda fundó su Federación en 1891 y en 1922 jugó su primer encuentro oficial (justamente un 3-1 con Australia), pasó décadas en el ostracismo compitiendo en su región o con otros continentes menores. Recién para 1969 participó en su primera eliminatoria para un Mundial, que al igual que para el 74 y 1978 no tendría éxito en clasificarse. La única alegría de esos tiempos fue cuando en 1973 ganó la primera versión de la Copa de Oceanía, sin Australia y con rivales más débiles.
Para 1979 el inglés John Adshead se hizo cargo de la selección, después de dirigir a los australianos, donde dejó al alemán Rudi Gutendorf. Los Kiwis, apodo dado por ese pájaro típico del país, jugaron en 1980 su segunda Copa de Oceanía, en la que perdieron claramente con Tahití y Fiji, aunque con un plantel alternativo. Así se alistaron para su cuarta fase previa a la Copa del Mundo, ahora en España, en donde otra vez debían vérselas con los Socceroos en un grupo de cinco, donde sólo el ganador pasaba de ronda. Con ellos comenzaron el 25 de marzo de 1981 igualando de locales en Auckland 3-3, con un tanto de Steve Sumner a los 80 minutos. Pero en la revancha en Sydney, los visitantes dieron el golpe y los derrotaron 2-0, con goles de Steve Wooddin y su gran figura, Grant Turner. Y tras fáciles victorias contra Fiji, Taiwan e Indonesia, incluido un 13- 0 con los fijianos, ganaron el Grupo 1 con cuatro puntos de ventaja sobre Australia y accedieron a la ronda final con los otros vencedores de las demás zonas, Arabia Saudita, Kuwait y China.
Así llegó octubre de 1981, cuando los All Whites (apodo que recibieron en esos días, en contraposición a los All Blacks del rugby) debían entrar entre los dos primeros. Se la jugaban como único de Oceanía ante tres fuertes asiáticos, como los kuwaitiíes que eran campeones de Asia desde 1980. Pero los de Adshead empezaron muy bien contra China, con un empate sin goles de visita y un triunfo 1-0 de locales. Sin embargo, Kuwait los derrotó 2-1 en Auckland luego de que los Kiwis fueran 1-0, y en su último encuentro ante su gente igualaron con Arabia Saudita, el más accesible, a dos goles gracias a una conquista a los 87 minutos de Ricky Herbert, luego entrenador nacional, en partido arbitrado por el recordado Arturo Ithurralde. Tenían que jugarse afuera el pase, y sacaron ante los kuwaitíes un 2 a 2 que les dio una vida más.
Y vino el famoso 19 de diciembre, en Riyadh, Arabia Saudita, donde los neocelandeses debían no sólo ganar sino por cinco goles para forzar un desempate con los chinos, de muy buena campaña. Nueva Zelanda no había sido capaz de vencer a los sauditas en Auckland. Pero en el estadio Nacional de la capital árabe, el jovencito Wynton Rufer marcó dos veces, Brian Turner otras dos y Wooddin completó el 5-0 antes de los primeros 45 minutos. El milagro del desempate se había consumado, pero faltaba uno más.
El 10 de enero de 1982, seis días antes del sorteo del Mundial en Madrid, Nueva Zelanda y China disputaron el decisivo duelo por el lugar 24 de la Copa. Ambos habían registrado saldo de +5, aunque curiosamente los de Oceanía tenían ma´s tantos a favor, que no contaban entonces. Por eso se encontraron en el Jalan Besar Stadium de Singapur, escenario neutral, repleto de 60.000 personas.
Y los chicos lo lograron. Wooddin abrió el marcador a los 24 minutos, mientras Rufer amplió a los 47, apenas empezado el segundo tiempo. Los chinos atacaron y Huang Xiangdong descontó a los 75, pero llegó el pitazo final del brasileño Romualdo Arppi Filho. Y el milagro se hizo realidad. Lo hicieron Wilson; Dods, Herbert, Almond, Elrick; Boath (Simonsen), Cole, Sumner; Grant Turner, Rufer (Adam) y Wooddin.
Nueva Zelanda consiguió su hito más grande, no sólo por la clasificación sino por haber dejado afuera a Australia, que era su sombra. Después fue el viaje a Sevilla y Málaga, tres derrotas ante Escocia, la Unión Soviética y Brasil pero una digna presentación, incluso sin amonestados. Porque un día, Nueva Zelanda también quiso entrar por la puerta grande de la historia del fútbol mundial.
All Whites 1982 World Cup run – Unauthorised History of New ZealandA summary of the All Whites glorious run to the 1982 World Cup, as shown on Unauthorised History of New Zealand.www.youtube.com |
Diego Martín Yamus.
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