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Las agencias de apuestas estuvieron al borde del colapso. Nadie, ni el más fanático lo pudo creer; Grecia, que clasificaba a la Eurocopa luego de largas décadas, dejó al mundo boquiabierto al consagrarse campeón del torneo celebrado en Portugal.
Sucedió en 2004. Los helénicos estaban de relleno. Para peor la cabeza del presidente de la república Georgios Papandreu tenía precio. Los griegos estaban en otra. Dirigidos por el germano Otto Rehhagel, fueron unos atrevidos; España, Francia y República Checa fueron sus víctimas.
El 4 de julio de 2004, los griegos se agigantaron en el Estado da Luz, casa del Sporting, dejando de rodillas a la selección portuguesa que contaba con un juvenil Cristiano Ronaldo.
“Pandilla de vagos”, les llamaban los medios de prensa al equipo griego que nadie daba nada; 0 goles anotados en torneos de élite; cero puntos obtenidos y 14 goles en contra, uno de ellos se los hizo Diego Maradona en el Mundial de 1994.
