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Un campo de batalla: En Hamburgo, un individuo ya perdió la vida a manos de la policía, mientras que brutales peleas entre hinchas han dejado a varios heridos. El odio no se limita a los colores de la camiseta, sino que se alimenta de rencores políticos, étnicos y religiosos que vienen de arrastre, algunos incluso ancestrales.
Viejos enemigos se reencuentran: Serbios y albaneses, que se disputan territorios, protagonizaron un violento cruce entre sus hinchadas. Los albaneses provocaron a los serbios con símbolos del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo), un grupo paramilitar vinculado a abusos y crímenes de guerra.
Provocaciones sin fin: Los hinchas ingleses, por su parte, no se quedaron atrás. Utilizaron aviones de juguete para provocar a los alemanes, organizadores de la Eurocopa 2024, en referencia a la Segunda Guerra Mundial.
Periodistas avivando el fuego: Incluso los periodistas acreditados no se salvan. Arlind Sadiku, periodista kosovar, realizó gestos del águila bicéfala, símbolo del nacionalismo albanés, a los hinchas serbios en pleno campo de juego.
Los «hooligans» ingleses: Los aficionados ingleses, famosos por su comportamiento violento, no podían faltar. Provocando peleas donde se cruzan, mantienen su histórica rivalidad con los escoceses, que buscan la independencia de Gran Bretaña.
La UEFA y su doble vara: La UEFA, que prohibió a Rusia participar en la Eurocopa por su conflicto con Ucrania (violando su propio principio de no mezclar fútbol y política), parece no tener control sobre la violencia que empaña el torneo.
¿Marihuana como solución?: La policía alemana, en un intento desesperado por controlar la situación, ha sugerido a los hinchas, especialmente a los «hooligans», que cambien el alcohol por marihuana para relajarse y evitar la violencia.
