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El uruguayo Rodrigo Mora, otra vez, se destacó en el superclásico y volvió a dejar su marca en las redes. El oriental, nacido en la ciudad norteña de Rivera un 29 de octubre de 1987, demostró que la banda roja no le pesa para nada y, además, que en partidos importantes es donde más se siente cómodo.
No es muy bajo, tampoco un «grandote», mide 1,72 y tiene que lidiar con verdaderos gigantes de 1,90 cuando entra por el centro del área. No le temblaron las piernas cuando tuvo frente a sí a los temerarios zagueros de Boca, como diríamos en mi barrio, «la patada más suave te la dan en la cabeza, para que no quedes rengueando». Aún, así, Mora fue para adelante y en muy pocos clásicos, ya marcó 4 goles.
Este quiere ganarse el respeto y el cariño del pueblo millonario, no como el «Ogro» Fabbiani, quien hablaba mucho, era un gran jugador pero con su boca, pero no dentro del campo. Los grandes medios, esos que mueven a la opinión público y manejan mucho dinero, subestimaron el buen gusto del hincha de River, al quererles meter a prepo en su cabeza, que Fabbiani era el nuevo ídolo.
Ahora, el simpatizante, que de buen fútbol entiende mucho, ya sabe que al jugador hay que acompañarlo, mimarlo y dejarlo que, de a poco, se vaya metiendo en la piel de los hinchas. Sólo falta que el club, junte las «moneditas» necesarias para que la Pulga se quede por mucho tiempo.
Mora debutó en 2007 en Juventud de Las Piedras, equipo de la primera división uruguaya, luego pasó de Defensor Sporting, fue cedido por media temporada a Cerro, para retornar a Defensor.
Los «Tuertos» (apodo de Defensor Sporting) lo vendieron al fútbol portugués y su pase le pertenece al Benfica, quien se lo prestó al equipo de sus amores Peñarol y luego vino a River.
@lostribuneros
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