La banda Tribunera en el futuro estadio de Peñarol

Nos preparábamos para salir a Montevideo, hicimos el diagrama de los circuitos futboleros a visitar y, como era de prever, nos fuimos al futuro estadio de Peñarol.

Como contamos en el día a día; llegar a la capital charrúa fue toda una odisea, ya que uno de los autos se nos quedó en la frontera y, casi a los empujones, logramos llevarlo desde Fray Bentos a Montevideo, logrando el primer objetivo: llegar.

No ligábamos una. El departamento en que nos íbamos a alojar estaba inundado, por fortuna, nos pudieron salvar y conseguimos un lugar en un barrio llamado Cerrito de la Victoria, lugar donde pudimos armar nuestros equipos y repasar el circuito a completar.

Ya más relajados, logramos contactarnos con Peñarol; sus autoridades nos acreditaron y nos mandamos al futuro estadio del equipo más popular de Uruguay.

Nos costó bastante llegar, ya que conocemos poco y está algo lejos, pero preguntando se llega a Roma. Nos habíamos ido en sentido contrario, pero un camionero que estaba descargando material en una zona rural totalmente descampada, muy amablemente, nos dibujó el recorrido con una fibra sobre un plástico, y retornamos hacia la Ruta 8. Nuestro despiste era tal, que no vimos la obra y nos fuimos al fondo, pero, por fortuna, una señora mayor que estaba esperando el colectivo nos explicó a la perfección cuál era la famosa obra, logrando, por fin, llegar en 5’.

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Estacionamos nuestro vehículo y llegamos a la oficina principal, nos presentamos e hicimos el trámite correspondiente para ingresar y recorrer. El Sr. Rico fue quien nos recibió y la joven Jessica nos proveyó de zapatos, chalecos y cascos, como indica la ley de seguridad, y nos hizo de anfitriona.

Nosotros creímos que por ser la obra del estadio carbonero, todos eran hinchas de Peñarol, pero no fue así, algunos no lo eran.

Comenzamos a caminar y ver cómo trabajaban. Los operarios no paraban un segundo. Movimientos de plumas, máquinas, herreros cortando fierro, gente que transportaba materiales, en fin. Como era de prever, varios obreros llevaban colgantes de Peñarol, camiseta y hasta la banderas en las ventanas de las “palas mecánicas” y otras máquinas móviles.

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La joven de sonrisa agradable, con la serenidad típica de una ciudad que está distante a ser el loquero que es nuestro Buenos Aires, comenzó a explicarnos todo lo que necesitábamos saber.

El estadio, por ejemplo, cumplirá con los requisitos FIFA, por lo que podría ser mundialista; además, podrá albergar recitales, actos políticos y actos religiosos, por ejemplo. Contará con comercios, patio de comidas y museo, entro otros.

La cancha quedó muy por debajo del nivel de la calle, por lo que la acústica será envolvente, es decir, que el sonido quedará dentro del estadio y no enloquecerá a los futuros vecinos (actualmente es todo campo).

Las tribunas, por ahora, se identifican con puntos cardinales; la cabecera popular es apodada la “Ámsterdam”, en homenaje a la tribuna del histórico estadio Centenario, que hoy por hoy utiliza la hinchada de Peñarol.

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Instalaron un moderno sistema de drenaje por debajo del campo de juego para evitar inundaciones los días de lluvia torrencial; el campo medirá 105 x 68 mts.

Durante unos minutos nos hicimos la película. Imaginamos un partido clásico con la hinchada de Nacional con todo su colorido en la popular de enfrente, cantando y alentando, también, pensamos en las barras argentinas y las brasileñas, haciendo su fiesta en un partido copero.

Hubo muchas sensaciones y nos pusimos un poco en la piel del hincha. Antes, habíamos estado hablando con simpatizantes “manyas” quienes nos contaban su sueño de ver al club de sus amores jugando en su propio escenario.

Jessica nos contó que trabajan allí 286 operarios de planta, pero, sumando a los prestadores de servicios que cumplen funciones de manera aleatoria, la cifra se incrementa sensiblemente.

Nos sentamos en la popular baja, ya que el estadio contará con bandejas superiores, y contemplamos todo, aparte de sacar fotos.

Un punto a observar es que los escalones están muy altos por lo que cuesta bajar y subir. Percibimos que el estadio está muy lejos y pensamos en lo dificultoso que puede llegar a ser para quienes viajan de la zona oeste de la capital, aunque nos confirmaron, que el club llegará a un acuerdo con las compañías de colectivos y con el municipio para poder transportar de manera dinámica a los aficionados.

Se estima que la obra estararía terminada para el 28 de setiembre de este año, fecha en que el carbonero completará 124 años de existencia.

Como perlita nos contaron que varios hinchas han depositado las cenizas de seres queridos fallecidos que eran fanáticos del club. Luego de todo, en Uruguay dicen “Peñarol no es un sentimiento, es una religión”.

@lostribuneros

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