Fue uno de los mil casos de genios que prometen una vida llena de éxito y trascendencia y allí quedó. Ni el apellido de su padre, gloria de La Máquina de River en los 50, elevó su pasar por las canchas. Pero quienes lo conocimos disfrutamos y no olvidamos a Roberto Oscar Zárate, apodado “el Monito”, un crack de los clásicos, que paseó su habilidad por la Selección Sub 20 y clubes de poco relieve para semejante talento.
Zárate hijo había nacido en 1964 y empezó en River, pero al poco se fue para evitar que lo compararan con el Zárate grande. Fue así que su debut profesional, en 1981, se dio en el modesto All Boys, entonces uno de los tantos animadores de la Primera B. Y allí el “Monito”, apodo también venido de su papá el “Mono viejo”, comenzó a destacarse en el once de Floresta que los hinchas lo admiraban y hasta un cronista del diario Clarín se atrevió a compararlo con el aún incipiente Diego Maradona. Debutó en el “albo” el 25 de julio en un 3-0 a Estudiantes de Buenos Aires e hizo dos goles. Pero sus dotes llamaron sin duda la atención del técnico de la Selección Sub 20, Carlos Pachamé, que lo convocó para amistosos en 1982 y para sus primeros compromisos fuertes: el Sudamericano de Bolivia y, eventualmente, el Mundial que se jugaría en México.
Roberto no tardó en demostrar que por algo tenía la camiseta número 10 albiceleste. Fue dueño de aquel medio campo con Julio Gaona y Mario Vanemerak, ejecutor de penales y realizador de buenos goles. Tres conquistas suyas ayudaron a Argentina a ser segundo de Brasil y pasar a México. Y allí el “Monito” tuvo su mejor vida, cuando además de tres goles descolló como uno de los tantos fabulosos de ese equipo lírico de Pachamé, que arrasó con sus rivales y no pudo ser campeón por la mala tarea del árbitro francés Biguet en la derrota final nuevamente ante la bestia Brasil. Al menos, Zárate se ganó el premio al segundo mejor futbolista del torneo.
Ese debió ser el comienzo de una carrera de éxitos. Pero todo quedó atorado en ese México 83. Pasó un tiempo a Newell’s Old Boys, para quien jugó el Campeonato Nacional de 1984 estrenándose ante nada menos que Boca Juniors, aunque recién en la quinta fecha marcaría ante Ferro de General Pico (La Pampa) en un 1-1 de visitante. Luego pasó desapercibido en Racing de Córdoba, se fue a Colombia para ser parte de Deportes Tolima, Quindío e Independiente Medellín, viajó por Venezuela en el Trujillanos FC y el Valencia y concluyó sin pena ni gloria, al revés de como empezó, en 1995 en Deportivo Laferrere del ascenso argentino.
Los fríos informes y estadísticas dirán que poco pasó en la historia de Roberto Oscar Zárate, otro crack perdido argentino. Quienes lo vimos de cerca y no dependemos de informes siempre nos quedaremos con esos poquitos años de gran fútbol, ése que tanto falta en el mundo.
Diego Martín Yamus.