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El fútbol no ha logrado desterrar el odio que en mucha spartes del mundo, especialmente el árabe, se ha sembrado. La locura mal entendida llega al punto de que la Federación de Irán suspendería a dos jugadores que actuaron por la Europa League ante el Macabi Tel Aviv, uno de los populares clubes de Israel, país que está enemistado con la nación persa desde 1979.
Los futbolistas son dos internacionales habituales con la selección roja: Masoud Shojaei y Ehsan Hajsafi. Ambos estuvieron contra Argentina en el Mundial de Brasil 2014, en el partido que los de Alejandro Sabella ganaron por 1-0 a los 90 minutos y fracción, con el genial remate de afuera de Lionel Messi. Shojaei y Hajsafi jugaron por el Panionios de Grecia la semana pasada, perdiendo con el Macabi 0-1 y quedando eliminados, y según la ridiculez del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, podrían ser excluidos del equipo nacional, ya clasificado para Rusia 2018, donde son piezas importantes para el entrenador portugués Carlos Queiroz.
Desde la llegada al poder iraní de Ruhollah Khomeini en 1979, Israel e Irán cortaron relaciones diplomáticas; los persas no reconocen a Israel como estado independiente, y les tienen prohibido a sus deportistas competir contra gente de aquella nacionalidad. Así pasó en el Mundial de básquetbol Sub 21 en Argentina en 2007, cuando los iraníes se retiraron tras conocer que en su mismo grupo estaba Israel.
Por suerte, el país de Jesucristo actuó de forma racional y ponderó a ambos futbolistas por su participación frente al Macabi. Pero ni el básquet, ni el fútbol, ni el sentido común, nada, es más importante que el fundamentalismo en Medio Oriente. Una locura.
Fuente: Diario La Nación
Diego Martín Yamus.
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