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Payasada del fútbol brasileño, «Primeira Liga» al final se juega

El fútbol brasileño está tambaleante; equipos populares de la primera división intentan despegar de los regionales y pujan por crear un campeonato aparte, sin embargo, pese a la ausencia de los clubes paulistas, arranca nomás.

Este miércoles comienza la Primeira Liga, campeonato que reúne a los clubes más taquilleros de Río de Janeiro, Minas Gerais, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul, y tras tantas idas y vueltas, Fluminense y Atlético Paranaense ponen primera.

La debilitada CBF (Confederación Brasileña de Fútbol), que está en el piso debido a casos de corrupción, al principio dio el visto bueno para esta competición, pero, tras las divisiones entre directivos de las federaciones regionales, dio marcha atrás, sin embargo, y aunque esto parezca una tomadura de pelo, sobre la horas, es decir, a partir de las 13 horas, levantaron la suspensión y finalmente el campeonato se llevará a cabo.

El fútbol brasileño es altamente discriminativo y la idea, justamente, es la de dejar afuera a los clubes de menor arrastre de diversos puntos del interior del país, además, borrarían de un plumazo a estados sin tradición futbolera para darle paso a clubes con dinero y, por sobre todo, capitalinos.

Brasil es un país muy especial cuando a fútbol se refiere; los campeonatos regionales, o estaduales, como se les conoce allí, llegan a valer tanto o más que el torneo nacional debido a las rivalidades entre equipos. Algo que los más ricos desean erradicar.

Llevan 30 años luchando por crear un campeonato que albergue clubes del sureste del país, es decir que Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama y Botafogo, por Río de Janeiro; Sâo Paulo, Palmeiras, Corinthians y Santos, por San Pablo; Coritiba, Atlético Paranaense y Paraná Clube, por Paraná; Internacional y Gremio Porto Alegrense, por Río Grande do Sul, más los populares Atlético Mineiro, América y Cruzeiro, por Minas Gerais, con el agregado excepcional de un Vitória, SC Bahía, por Bahía y, por ahí, un Goiás, por Goiás, y un Sport Recife, por Pernambuco, un par de equipos adinerados de la rica Santa Catarine, y basta, pare de contar.

El resto de Brasil, que cuenta con estados como Acre, Amazonas, Amapá, Sergipe, Mato Grosso do Sul, Matto Grosso, Tocantins, Espírito Santo, Alagoas, Ceará, Paraíba, Pará, Río Grande do Norte, Piauí, Maranhâo, Roraima, Rondonia, Brasilia y Fernando de Noronha, dejarían de ser «brasileños», obviamente, que en el mundo del fútbol.

Precedentes.
El año pasado, sin muy lejos, el Operario de Ponta Grossa rompió con los esquemas en Paraná, al destrozar, con un equipo semiprofesional, al poderoso Coritiba y quedarse con la corona de campeón estadual. En 2014, algo similar sucedió cuando otro del interior, ya con mayor presupuesto, desbancó al equipo «coxa»: Londrina.

Yendo al poderoso campeonato paulista, integrado por millonarios como Corinthians, Sao Paulo, Santos y Palmeiras, un ilustre desconocido de la zona periférica a la capital, en 2014, les arrebató el trofeo: Ituano. 

Para el recuerdo
En Minas Gerais la supremacía es de clubes como Atlético Mineiro y Cruzeiro, hace once temporadas el Ipatinga FC fue quien rompió los esquemas, y luego, pare de contar.

Río Grande do Sul, dueño del «Gaúcho» (gaúyo se pronuncia en español), es ampliamente dominado por Internacional (44 copas), ocho títulos por debajo va el Gremio, luego pare de contar; Guaraní de Bagé, el más laureado del interior, ganó dos trofeos, el último: 1938.

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@lostribuneros

 

 

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